Friday, September 7, 2012

Tulsa, territorio surrealista



Insisto. Si el genial Gabriel García Márquez hubiera vivido en Tulsa, entonces su pueblo de realismo mágico no lo hubiera bautizado como Macondo. 

Y es que sólo aquí, en el medio oeste americano, pasan cosas que en ningún otro lado podrían suceder. Y para muestras, aquí va un rosario de botones:

En 1921, Tulsa fue la protagonista de la revuelta social y racial más violenta de la historia contemporánea de los Estados Unidos. El colmo es que la ciudad todavía exhibe con orgullo el título de bastión bíblico de la nación.

Antes de que existiera la monstruosa S.B. 1070 de Arizona o la come-niños H.B. 56 de Alabama, ya había nacido en el 2007 la nefasta H.B. 1804. Tulsa fue la única ciudad de todo Oklahoma que protagonizó una campaña – con vallas publicitarias y demás – denunciando los atropellos del reglamento legal.

Públicamente, en agosto del 2007 el alguacil del condado de Tulsa, Stanley Glanz, hablaba maravillas de su departamento, especialmente por las deportaciones de indocumentados, entre éstos nacionales de Puerto Rico. Sí, ¡Puerto Rico! Hasta el día de hoy, no ha habido explicación.

De todos los semanarios bilingües de la unión americana, el Hispano de Tulsa, fue galardonado como el mejor en el 2011 por la asociación nacional de publicaciones hispanas. De esto, los medios en inglés no dijeron ni pío.

El museo de arte nativo americano más grande del planeta tiene sede en Tulsa. Sin embargo, poco se habla del genocidio y humillación a la que fueron sometidos los indígenas en lo que la historia ha dado a conocer como el sendero de las lágrimas.

El Salón de la Fama del Jazz no está en Nueva Orleans o Louisiana, sino en Tulsa.

Y para aquellos que no lo sepan, el centro del universo está en Tulsa, en plena avenida Boston.

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