No
hay duda, Barack Obama nos coquetea cual
adolescente desbocado, y es que sus últimas acciones delatan su
desesperación por cautivar el voto hispano.
El sabe que somos una máquina electoral; de hecho, unos 50,000
jóvenes estadounidenses de origen hispano cumplen 18 años cada mes, y
eso no se puede ignorar.
Pero antes de regalarle otra vez el 67 por ciento de los votos –como
lo fue el apoyo hispano en noviembre del 2008– la minoría étnica más
grande del país debería recordar su promesa incumplida, específicamente
la que le hizo hace unos cuatro años al periodista Jorge Ramos, donde
afirmaba que durante su primer año de gobierno promovería una reforma
inmigratoria.
Cual pinocho nos mintió, escudándose en un mar de excusas: que si el
rescate al sistema de salud era prioritario, que si la guerra contra el
terrorismo, que el jardín botánico de Michelle, y muchas sandeces más.
La acción de Obama en postergar una reforma inmigratoria (lo de la Acción Diferida es otra cosa) es una
miopía cerebral, un acto desatinado, una idiotez.
El momento perfecto
que tanto busca el presidente jamás llegará. La historia está llena de
momentos inoportunos.
Ahí tuvimos al presidente Ronald Reagan, quien
criticó en Alemania al horrendo muro comunista; no era el momento
perfecto.
Cuando el Dr. Martin Luther King Jr., pronunció su inmortal
discurso ‘Yo tengo un sueño’, no era el momento perfecto. Y cuando Rosa
Parks, se sentó en la silla frontal de un autobús, tampoco era el
momento perfecto.
Entonces, ¿apoyamos a Barack ... dejamos que nos siga
mintiendo?
No comments:
Post a Comment