Solo reporteritos trasnochados, con una sola neurona dando vueltas en
una cabeza inmensamente hueca, pueden utilizar la palabrita ilegal,
como sinónimo de inmigrante indocumentado. Esto es sociológicamente
reprobable, ya que ningún ser humano es ilegal.
También es
gramaticalmente incorrecto, ya que se estaría convirtiendo a un adjetivo
– por pura fuerza bruta – en sustantivo.
Muchos
arlequines, que se juran el último refresco del desierto, usan
indiscriminadamente ilegal, para bautizar a los inmigrantes
indocumentados. Esto se aleja de la ética periodística.
Y es que un
periodista – no ésta jauría de pigmeos mentales – se alimenta de
objetividad, imparcialidad e independencia investigativa.
Esta mononeuronalidad es característica de los reporteritos, quienes
sólo corren cual ratas de albañal, buscando un par de citas. Los
periodistas son distintos. Descubren historias, analizan ambos lados y
dejan que la opinión pública decida, no impone calificativos como
ilegal, para tergiversar los hechos o influir en las ideas colectivas.
Debo destacar que éstos arlequines de las noticias, son una fauna
diversa: algunos tan viejitos como los tiranosaurios y otros tan jóvenes
como los teléfonos inteligentes; sin embargo, están unidos por la
mediocridad y la incapacidad de entender, comprender y digerir la
verdad.
Ayer, hoy, mañana y siempre, será incorrecto sustituir ilegal por
inmigrante indocumentado; mientras tanto, hay que seguir estampándole en
la frente el sello de reporteritos a éstos bufones apocalípticos.
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