Desconozco sus razones. Quizás fue una luz divina, una de las dos
neuronas que tiene se le prendió el bombillo, o tal vez fue el intento
por cautivar el voto hispano, pero lo que importa es que el presidente
Barack Obama reaccionó como un estadista: firme, seguro y sin vacilar.
Me refiero a la llamada Acción Diferida o Alivio Temporal , una suerte de DREAM Act
provisional -que se quedó corto, muy corto- por dos años, sin dejar que el congreso meta su cuchara en
éste espeso guisado inmigratorio.
Esto representa la solución para muchos jóvenes indocumentados –
entre 800 mil y 1.4 millones – de ser, tal y como me dijo uno de ellos:
¡l-i-b-r-e-s! Libres de poder ejercer sus carreras profesionales o algo
tan sencillo como sacar una licencia de conducir.
El trasfondo político que esto pueda tener, especialmente a dos
meses de las elecciones presidenciales, es importante.
La respuesta de
Obama ante el descalabrado sistema inmigratorio que tenemos no es la
panacea, pero es algo. Es el primer paso de un maratón.
Este logro es producto de la lucha permanente y muy disciplinada de
unos jóvenes que sin miedo se jugaron todas sus cartas.
Barack no es santo de mi devoción, especialmente por ser el
presidente en funciones que más inmigrantes ha deportado, pero el pasado
15 de junio hizo lo correcto: se apretó el cinturón y le dio rienda
suelta al sueño del futuro de ésta nación.
Reaccionó, algo tarde, pero reaccionó. Eso vale, y mucho.
Ahora, nos toca esperar aver si su discurso tiene algunas eñes.
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